Algunas notas sobre la bi-modalidad a partir del trabajo con Batán Coop.

A los encuentros los motiva las ganas, la convicción, la convergencia de un proyecto en común o el azar. Dependiendo de la caracerística del encuentro puede ser efímero, fugaz o veloz o, en cambio, puede ser a largo plazo, con expectativas, objetivos y planificación. A veces, se cruzan las distintas causas del encuentro y se siembra un espacio fértil de proyección.

Sobre el ese territorio fértil se tramó la alianza y el encuentro de manera coordinada e integral entre Cambá y Batán Coop. Batán Coop es la cooperativa de servicios de la ciudad de Batán, que además de brindar telefonía e internet, busca delinear el futuro a través de su proyecto educativo (el Colegio Caraludmé, orientado en tecnología) y la creación de un datacenter propio desde donde brindar servicios de “nube”.

Muchas son las preguntas que compartimos sobre la educación en tecnologías, sobre cuál es la inserción laboral, sobre las condiciones de trabajo, el perfil de quienes trabajan en este ámbito. Y al final siempre la misma pregunta ¿cuál es el aporte que podemos hacer desde las cooperativas tecnológicas?

Empezando por el principio, creamos un programa de talleres para empezar a abordar las primeras preguntas sobre la educación y pensar en cómo nuestros proyectos pueden aportar una mirada creativa, innovadora y con contribuciones didácticas significativas a la comunidad de Batán. Sobre esa premisa se dió la primer experiencia bimodal que cruzó la virtualidad y la presencialidad.

A partir de la experiencia hay algunas conclusiones parciales sobre las cuales evaluamos lo vivido.

La virtualidad no reemplaza, no imita, no sustituye la presencialidad. Los cuerpos mediados por los dispositivos tecnológicos demandan nuevas formas de comunicación, vinculación e interelación en donde la subjetividad encuentre nuevos escenarios para ser expresada. No solo hay interés y curiosidad por establecer estas nuevas formas, sino que es urgente hacerlo para poder construir desde la enseñanza y el aprendizaje de nuevos modelos que incluyan e integren estos modos.

Para traspasar las fronteras de lo territorial, establecer contactos y forjar nuevos vínculos sin importar donde estemos situades, la virtualidad se presenta como una herramienta infalibe. Los desafíos, entendemos, tienen que ver con poder establecer esta integración desde una mirada interdisplinaria que contenga no sólo los diferentes aspectos de la vida (como jugar, hacer amigues, los deseos, etc.), sino también, que proponga la exploración del potencial de les participantes y que se constituyan en sí mismas como experiencias placenteras, enriquecedoras y estimulantes.

La virtualidad como herramienta disponible y como dispositivo posible habilita un espacio de encuentro para visibilizar los contenidos pedagógicos, interactuar con las propuestas multimediales, fomentar la lecto-escritura y la comprensión, proponer actividades sincrónicas y asincrónicas, establecer dinámicas colaborativas, explorar los mundos que se abren en la web, etc. Al mismo tiempo, crea un escenario donde existe un registro de las diferentes prácticas para poder vivenciar la experiencia educativa de una manera dinámica y orgánica en donde la teoría y la práctica se retroalimenten. Una especial atención cobra el hecho de incorporar buenas prácticas del mundo de la programación (compartir el código de los ejercicios de manera ordenada, sistematizar contenidos, utilizar los canales de comunicacion con distintas dinámicas: chats, foros, mails, etc.), como así también la socialización de los conocimientos y compartir los hallazgos.

La práctica nos propone interactuar en los cruces con diferentes materialidades, soportes y herramientas disponibles tanto en la virtualidad como en el escenario de lo doméstico. La forma en la que esas producciones aparecen en el “aula” construye saberes. Lo expositivo, emerge como una posibilidad: la posibilidad de aprender de otres, de abrir canales de comunicación e intercambios significativos, la posibilidad de observar, entender y aprender de los procesos de les otres, la posibilidad de evaluar y autoevaluar las producciones. Todas estas posibilidades se abren para les estudiantes y para les docentes.

Aunque los dispositivos técnicos aparecen como necesidades formales para habilitar la vivencia de taller, hay un “tiempo” virtual que se entreteje con el tiempo del reloj. Cuando es sincrónica, la conversación muchas veces propone la escucha, el cierre de micrófonos o el delay. Ese tiempo dilatado, nos permite ejercitar saberes que exceden la currícula específica como la pausa, la paciencia y la espera. Mediando el espacio-tiempo virtual, les docentes presenciales conectan, acercan, reformulan y esa figura se posiciona como un puente entre los territorios.

Abrimos aquí un cuaderno de notas, hallazgos y documentación para seguir sumando a la reflexión sobre la virtualidad y la coyuntura. La práctica nos va guiando y enseñando cuales son los caminos para fortalecer las propuestas. Como siempre, la única certeza que tenemos es la de saber que es en colectivo, en conjunto, tejiendo lazos y fomentando las vinculaciones. Por eso, abrimos este 2022 con los deseos renovados de seguir trabajando aquí y allá. De seguir construyendo puentes y mundos nuevos. De seguir disfrutando del encuentro en todas sus dimensiones posibles.